Lxs escritorxs
no sólo habitan ferias literarias
y anaqueles polvorientos.
También están en la calle,
en las plazas,
en los colectivos
y en los almacenes

de algunos barrios.

Trabajan, ríen,
marchan, buscan;
y en algunas ocasiones
afortunadas
podés encontrarlxs.

Capítulo #5

[Una Colaboración de Judit Bellucci]

 

(Ilustración de Henn Kim)

 

Elizabeth Maia Graviotto. 26 años. Oriunda de Monte Castro, Buenos Aires.

 

ESTA ES ELIZABETH,  o así la vemos nosotrxs.

¿Cómo te gustaría morir?

Escribiendo.

Elizabeth se crió en Monte Castro en una época en la que los pasajes todavía no estaban asfaltados. Su elemento preferido del barrio son las intensas-siestas. Se duerme siesta de las 12 a las 17.30hs, los negocios están cerrados, de hecho; eso me parece precioso y todavía se sigue manteniendo.

Escribió su primer texto a los 6 años, en un diario íntimo que le regalo su mamá. Apenas empezaba a escribir, mi letra era grande, rara, usaba mucho borratinta. Me acuerdo que dejaba espacios en blanco para llenar después, por ejemplo: “Mañana voy a tener prueba de matemáticas, aquí voy a escribir la nota ______”.

A los 11 años se enojó con esos primeros escritos y tachó la mayoría aunque todavía los conserva.

Todxs somos personajes ¿cuál es la característica principal del tuyo?

La ternura.

A los 7 años usaba los volantes del negocio de su familia para escribir frases como: “Hay que salvar el mundo” y los repartía entre lxs vecinxs que pasaban por la puerta del local.

Su sueño durante la infancia era llegar a ser cajera de supermercado. No había nada en el barrio, pusieron un Coto y cuando íbamos me fascinaba el sonido de “pi pi pii” que hacían los productos al pasar por la caja. Me llamaba la atención esa actividad, me parecía muy dinámica. Mis viejos me compraron como una máquina-registradora de juguete, encima no teníamos un mango, no sé ni cómo hicieron para regalármela.

Después quiso ser bombera.

¿Cuál es tu palabra preferida HOY?

Me gustan las palabras con “P”; la palabra “Palabra” me gusta mucho, puede ser esa. También me gusta mucho “Paparruchada”.

Desayuna café y pan con membrillo; a veces más membrillo que pan. Es alérgica a los lácteos. Se considera muy rara pero normalizada. Come paltas con azúcar y esencia de vainilla.

Tiene la capacidad-inútil de recitar trabalenguas a la perfección.

Ama las miniaturas. Me regalaron una biblioteca pequeñita y me gustaría hacerle libritos que puedan leerse y ponerla en el baño; me generan mucha empatía las cosas pequeñas.

¿Sabés algo que Google no sepa?

Si, sé sobre el dolor y sobre el miedo; Google puede saber únicamente la definición, no la sensación.

Le gustaría tener el súperpoder-cotidiano de generar empatía en la gente. Considera que dar amor es un gran poder que ya posee.

Es acuariana. Se identifica con los gatos por su silencio y suavidad; también porque simulan independencia pero cuando quieren son muy demandantes.

El último libro que leyó es “Algunas cosas que estuvieron pasando desde que te fuiste” de Bibiana Ricciardi. Es una nouvelle escrita a partir de la desgrabación de audios de WhatsUpp entre la autora y una amiga de ella fallecida de cáncer.

¿Qué cosa te gusta que parece no gustar a nadie más?

El olor a la podredumbre en general, todo lo que tenga que ver con la descomposición. Es muy extraño pero no me molesta el olor a la caca y a la basura, lo disfruto.

Las tres palabras que más se repiten en sus textos son: decir, cosas y confusión.

Soñó muchas veces con la muerte. Tiene una foto de su primer día de escuela, tenía dos colitas y una mochila con la imagen de un sapo. No me acuerdo mucho pero en la imagen tengo cara de angustia, me costaba mucho que me dejen.

¿Qué te gusta de la ciudad?

Los cafés, cuanto más vacíos mejor.

Se iría de campamento con Charly García; pero el Charly de la época de Sui Generis.

Disfruta recordar perfumes. Hay aromas que me generan mucha melancolía, el aroma de una persona o la naftalina.

Le gustaría llamarse Luna. Lo primero que compra en la verdulería es banana. Lo mejor que le podría pasar mañana es seguir viva.

¿Cómo definirías al amor?

Lo definiría como un poder revolucionario. Sobre todo en lo que tiene que ver con romper con las estructuras amorosas como las venimos repitiendo hace años; eso es más revolucionario todavía. Parece un chiché horrible pero para mí el mayor problema que tiene hoy el amor es la falta de libertad.

Nos exhorta a leer a Laura Kz y su libro “Cuerpos Crudos”. También a  Ariana Harwicz, quien maneja la tensión de una forma muy particular, como sin-aliento, realmente; y escribe sobre mujeres en situaciones de maternidad caótica.

Además destaca a Camila Fabbri que es una autora que viene del mundo del teatro independiente, una piba muy jovencita que escribió un libro que se llama “Los accidentes” y es fantástico; no dejo de recomendarla porque tiene unos cuentos impresionantes.

Hace unos años en su casa funciona una librería con TREMENDOS ejemplares.

No podía salir, “paniqueaba”; y un día llorando-desconsoladamente en Miramar pensé: “¿qué voy a hacer?. Abrí los ojos y vi que había diez libros arriba de la mesa. Al principio lo que hacía era comprar libros que me gustaran a mí, los leía y los vendía al mismo precio que los había pagado; y así se fue dando. Descubrí que tengo la capacidad de transmitir a otrxs el entusiasmo y todo lo que me generan los libros.

  • Algo de lo que escribe

HABLE DESPACIO, POR FAVOR, QUE ME CUESTA.

Me pasa con las cosas
que me confundo todo el tiempo.
La gente dice no tengo plata,
pero yo los veo comer,
veo fotos en los sitios de moda,
de vacaciones en New York,
con ropa nueva,
de marcas nuevas.
La gente dice amo a mi familia,
y eso también me confunde.
Pegan calcos de todos ellos
en las partes de atrás de sus autos,
y pareciera que
cuantos más mejor,
como si en la cantidad estuviera la calidad.
Un hombre un día me dijo
que el auto era de el me dijo,
solo de el,
eso me dijo.
Me confunde.
Veo a una mujer que dice mi marido me respeta
y a un hombre que solo se siente desdichado porque su esposa le fué infiel.
Una vecina de mi departamento que está muy enferma
y no tiene plata para los medicamentos,
pero los hijos le pagan el centro de estética.
Eso me confunde.
Algunos dicen preocuparse por los demás
pero miran para el costado
cuando realmente se sienten expuestos,
como si ya no hubiera allí mismo
una exposición,
alguien en peligro,
un derrumbe antiguo,
que viene cayendo y cayendo.
Miran para el costado.
Eso también me confunde.
Lo que dan que les sobra
y solo por eso lo dan.
Echan a menores de edad de restaurantes
porque piden
soltando estampitas con suciedad
en la mesa de los comensales,
pero permiten a los niños de clientes
jugar, gritar, patalear.
Me confunden.
A veces son tan cercanos
que dicen te quiero y te engañan.
O te tocan sin que quieras.
O queman.
O te acuchillan por la espalda.
A veces no dicen nada y simplemente se quedan.

 

  • Para contactarte y seguir leyendo/la

Leéla en: http://lobelloylotristedelmundo.blogspot.com.ar/

Escríbile a: Elizabeth Conzetta (FB)

Librería: “La ladrona de libros, librería” (FB)