Lo que aconsejamos, en primer término es escuchar a los chicos y creerles. Si observan alguno de estos indicadores, por más increíble que les parezca, dado que este es el sentimiento que tenemos todos, ante el horror que nos produce el abuso, no tengan dudas, no esperen, protejan a la víctima y denuncien inmediatamente. Es preferible equivocarse a que una niña, un niño o un adolescente sigan siendo abusados. Cuando el abuso sexual comienza las víctimas muestran cambios evidentes en su conducta habitual: lloran mucho, se vuelven agresivas, temerosas, angustiadas, ansiosas, pierden el apetito o comen vorazmente, aparecen dificultades para dormir, pesadillas, miedos inexplicables, rechazo a ir o permanecer en determinados lugares y/o con determinadas personas, tienen accidentes frecuentes y/o auto agresiones y aparecen dificultades en el aprendizaje.