La noche en que Gabriel decidió hacer lo que hizo estaba armando una casita con palitos de madera. Era el 5 de agosto de 2022. Hacía poco había cumplido los 18 y hacía sus primeras experiencias laborales.
El 29 de julio de 2022, Gabriel esperaba el 635 en la Plaza La Roche. Volvía del trabajo a su casa cuando vio cómo el policía Carlos Artagaveitia acusaba a un par de pibes de tener marihuana en la riñonera. Se acercó a ayudar y, en ese interín, vio un celular tirado en el piso. Lo levantó y se lo dio a uno de esos chicos. En medio de toda esa redada, el policía lo acusó de robar el celular. Entre cuatro lo tiraron al piso, lo esposaron y se lo llevaron. La misma suerte corrió Walter Machuca que de casualidad se encontraba en el lugar. Esperaba a su pareja Laura.
Entonces, Walter y Gabriel y los pibes que habían sido increpados por la policía, pasaron toda la noche en la Comisaría 1ra. de Morón. Durante lo que duró la detención los golpearon brutalmente. Al día siguiente, los liberaron. Durante una semana Gabriel sintió dolores en el cuerpo y terror en el alma. Jamás regresó al trabajo. Su familia lo encontró colgado en un cuartito del fondo de la casa de su abuela.
¡Les están pegando!
Este sábado sus familiares junto a organizaciones sociales se movilizarán hacia la Comisaría 1ra. de Morón. Reclaman justicia por el joven. “Mi hijo venía cruzando la plaza. Se estaba mandando mensajes con su novia y le dice ‘uy, mirá el lío que hay en Morón’. Agarra el celular y empieza a filmar. En ese video se ve el forcejeo y cuando cae un celular al piso. Mi hijo lo levanta y le dice al otro chico ‘compa tengo tu celular’. No terminó de decir eso que los efectivos policiales se dieron vuelta, lo tiraron al piso, lo zamarrearon, lo detuvieron y lo subieron al móvil”.
Patricia Heredia es la mamá de Gabriel. En una entrevista exclusiva con En Tránsito, contó lo que pudo ir reconstruyendo durante todos estos meses. Un poco a partir del testimonio de los propios detenidos. Otro por las personas que presenciaron lo que sucedió aquel día en la Plaza La Roche.
Patricia se enteró de la detención de su hijo por dos audios que Gabriel llegó a enviarle a su tío. Uno para decirle que lo habían detenido y otro para decirle que “creía que lo llevaban a la comisaría de Morón”. Lo que viene después es una secuencia de terror. “Cuando llego escucho que la mujer de Walter Machuca dice ‘¡les están pegando!’. Ella entró por el costado donde justo están los calabozos. Ahí escuchó los gritos”.
Lo que sucedió con Gabriel no es un hecho aislado. La Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) registró que, entre el regreso de la democracia en 1983 hasta diciembre de 2022, 8.701 personas fueron víctimas de violencia policial e institucional. Algo muy llamativo en los últimos años es el aumento de muertes en lugares de detención. Durante el 2022 hubo 319 muertes en situación de encierro. Estos datos fueron sistematizados en el Informe Antirrepresivo que la CORREPI presentó en el marco de los 40 años de democracia.
En Morón, la Comisaría 1ra. se conoce por la tortura seguida de muerte de Sergio Durán el 6 de agosto de 1992. Fue el primer caso en el que se evidenció el uso de la picana en las comisaría desde el regreso de la democracia. También de otros métodos de tortura como el “submarino seco” y la “masturbación violenta”. Sergio Durán murió de dolor. Al día de hoy, los cinco policías acusados por el hecho gozan de libertad. Uno de ellos, Luis Alberto Faresse, se encuentra prófugo desde 1997, cuando salió caminando y vestido de policía de la Comisaría 7ma. de Castelar, donde estaba detenido.
“Vi que lo habían lastimado por dentro”
Cuando Patricia se acercó a la comisaría no quisieron darle información. “Yo pregunté por él y me dijeron ‘me voy a fijar’. Volvieron y nos dijeron que esperemos. Nos tenía así. Después nos dijeron que íbamos a tener que esperar al otro día a que ellos fueran a fiscalía a testificar. Ahí se iba a saber qué iba a pasar con ellos. A todo esto ya habían pasado como tres horas. En un momento fuimos a comprarle comida. Cuando volvimos nos informaron que se los habían llevado al médico. Los sacaron cuando no estábamos. Hicieron eso para que no viéramos el estado en el que salían”. Patricia nunca supo a qué centro de salud los llevaron. Cree que el Hospital de Merlo.
Gabriel salió de la comisaría descalzo, con la ropa rota y la cara golpeada. “Su estado no se podía disimular. Lo primero que hizo cuando salió fue abrazarme fuerte. Ahí me dí cuenta de lo mal que la había pasado esa noche. Más allá de ver cómo salió. Vi que había salido lastimado por dentro. Él era un pibe menudito, flaquito y cuatro policías lo agarraron a trompadas. Y no sólo eso, lo desnudaron y lo agredieron verbalmente. Creo que a nadie le hubiese gustado vivir lo que él vivió esa noche. Eso fue lo que lo llevó a hacer lo que hizo”.
Apenas salió, Patricia lo llevó al Hospital Dr. René Favaloro de Rafael Castillo. “Yo quería tener constancia de cómo lo habían dejado. Pero en el hospital ni bien supieron por qué él estaba ahí lo atendieron así nomás. Me dijeron que no me iban a dar nada escrito y que la historia clínica iba a quedar en el hospital. Le dieron ibuprofeno y lo mandaron a hacer reposo”. La mujer cuenta que a Gabriel le dolía mucho la cabeza y que hasta su propia voz le retumbaba. Tenía lesionados los oídos.
Lo que viene después es toda una semana de ir y venir al médico. Noches enteras sin dormir. Le dolía todo el cuerpo pero, además, no podía dejar de recordar lo que había vivido. Hasta que llegó el viernes.
“Patri, fijate. No lo veo bien a Gabriel”
Gabriel tenía miedo. A que lo vuelvan a detener o a quedar con antecedentes penales. Eso lo atormentaba. Jamás habia estado detenido. “No tenía calle. Era la primera vez que entraba a una comisaría”. El jueves se realizó una inspección ambiental en el domicilio de la abuela, donde el chico vivía. “Le dejaron una citación. Ahí decía que era por robo. Él le manda un mensaje a la novia y le dice ‘para completarla…Ahora me va a quedar una causa de algo que yo no hice’”. Durante esa semana su familia intentó hacerle entender que no iba a quedar preso por un celular pero, como dice su madre, el miedo que él tenía era mucho más fuerte que la razón.
“Eso lo tenía preocupado. En la comisaría le dijeron que si caía detenido iba a ser el gil de todos, la ‘nenita’. Si él hubiese podido razonar hoy estaría vivo. Pero el miedo y el sufrimiento lo invadió”. En otro mensaje, el joven le dijo a su pareja que prefería quitarse la vida antes de volver a pasar lo que pasó aquella noche. “Le mandó un emoji de ataúd”, recordó Patricia.
En la mañana de viernes, Gabriel se presentó en la UFI. “Estando ahí, le mando una foto a mi mamá y mi mamá me dice ‘Patri, fíjate. No lo veo bien a Gabriel’. Después me puse a pensar y, si bien lo acompañé hasta la Fiscalía, él entró solo. Ahí le tomaron las huellas digitales. Yo creo que habrá sentido el miedo que sintió el día que lo detuvieron. El estar solo en esa habitación. Se habrá preguntado qué me va a pasar acá adentro…”.
Llegó el atardecer de aquél 5 de agosto. Patricia y su mamá fueron a la Iglesia. Gabriel no quiso ir. Entre que Patricia se fue y llegó uno de sus tíos, Gabriel habría quedado unos 20 minutos solo. Él último mensaje que le envió a la novia fue a las 19:50. “Ella le contó que había llegado a Morón. Le puso algo como ‘Yo ya estoy’. ‘Yo también’, contestó él”.
Al regreso de la iglesia, Patricia no vio a Gabriel. Su billetera, la mochila, la campera, el teléfono estaban en la pieza. La mujer salió a la calle y empezó a preguntar por él. Nadie lo había visto. “Yo decía ‘tal vez lo que lo golpearon en la cabeza ahora está perdido o confundido, o lo agarró la policía… Mi hija estaba por publicar en whatsapp si alguien lo había visto en el barrio. En eso mi hermano se dirige al fondo de la casa de mi mamá. Ahí hay un pasillo que generalmente no se usa. Corre la cortina y ve que la luz de afuera estaba prendida. Nosotros nunca la prendemos. Cuando va a abrir la puerta, la ve entreabierta. Entonces entra y se encuentra con Gabriel. Estaba ahorcado”.
“Lo otros chicos tienen miedo”
La causa por la detención arbitraria, torturas y posterior muerte de Gabriel Heredia está detenida en la Fiscalía 6 del Juzgado de Garantías 2 de Morón. Su madre ya prestó declaración y aportó toda la información que tenía. En el marco de esa causa, el único que se presentó como damnificado también por su detención fue Walter Machuca. El resto de los chicos que estuvieron el 29 de julio de 2022 en la Comisaría Primera no quisieron. Tienen miedo.
“¿Qué voy a hacer? ¿Insistirles? Te soy sincera, si mi hijo me hubiese dicho que tenía miedo tampoco hubiese hecho la denuncia. Pero yo ya no tengo a mi hijo. Me sacaron lo más valioso que tenía. No voy a dejar todo en la nada porque no quiero que el día de mañana mi sobrino u otro pibe pase por lo que pasó mi hijo. Y tampoco a ninguna madre”.
El suicidio se puede prevenir. Línea telefónica nacional para atención en salud mental: 0800 999 0091 (atención las 24 hs).
Linea gratuita 135 del Centro de Atención al Suicida (CAS).
Información sobre pautas de alerta y recomendaciones para brindar apoyo si alguien lo requiere en https://www.argentina.gob.ar/salud/mental-y-adicciones/suicidio.