Familiares y amigos de Luciano Arruga convocan a la marcha a 15 años de su desaparición y muerte en manos de la Policía Bonaerense. Bajo el lema “Sin justicia, siempre habrá fuego”, la movilización será este sábado 27 de enero a partir de las 16:30hs en Av. Mosconi y Av. General Paz (lado provincia). Se marchará hasta la Plaza Luciano Arruga (Perú y Pringles, Lomas del Mirador) y habrá un cierre musical con Sara Hebe.

Luciano fue visto por última vez el 31 de enero de 2009 y desde hace años que al cumplirse esta fecha llenan las calles de su barrio en La Matanza para pedir justicia y recordar que la policía mata y desaparece. Natacha Bianchi -de Familiares y Amigos de Luciano- contó que decidieron “mantener encendida la llama de la marcha, aún con este contexto político represivo”. Contexto que no es novedoso pero sí se acrecienta con el protocolo anti piquetes del Ministerio de Seguridad. La jornada “es representativa y muy importante en La Matanza para recordar lo que fue la desaparición forzada seguida de muerte de un niño de 16 años de Lomas del Mirador”, relató Natacha al aire de FM En Tránsito.

 

Durante estos 15 años, Mónica Alegre, Vanesa Orieta (mamá y hermana de Luciano) pelearon -junto a organizaciones y militantes por los derechos humanos y contra el gatillo fácil- por terminar con la impunidad de las fuerzas de seguridad. Con un cerco mediático cómplico, porque en 2009 no era noticia que a un pibe de 16 años se lo llevara la policía, mucho menos si ese pibe era de algún barrio del conurbano bonaerense.

La impunidad refleja el entramado de corrupción desde distintos escalafones del Estado. “Una persona no puede desaparecer sin la participación de otras instituciones”, sentencia Natacha Bianchi. Lo emblemático del caso Luciano Arruga, la búsqueda de la justicia y la constante visibilización desde las organizaciones, refleja que la violencia policial es una problemática generalizada, nacional y en miras de profundizarse.

Negarse a robar

Luciano Arruga vivía a pocas cuadras del destacamento policial del Barrio 12 de octubre. Al poco tiempo de su inauguración, uno de los efectivos le ofrece “trabajar para ellos”, es decir robar para la policía. Luciano se negó y por ello comenzó su calvario: hostigamiento, detenciones, torturas. El 31 de enero del 2009 fueron más allá: lo desaparecieron. Nada más se pudo saber de él, hasta que un 17 de octubre del 2014 su cuerpo fue hallado enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita, tras la  intensa búsqueda de la familia de Luciano.

Muchos fueron los testigos que declararon haber visto cómo ese día lo levantaba un patrullero. Otros testimonios aseguraron verlo corriendo de manera desesperada -“como escapando de algo”-, por las avenidas Gral. Paz y Mosconi. Pocos fueron los resultados como para que Luciano, su familia y su barrio puedan tener efectivamente justicia. Al día de hoy, el único condenado  es el ex policía bonaerense Julio Diego Torales. Condenado a 10 años de prisión, no por la desaparición forzada seguida de muerte de Luciano, sino por las torturas que Luciano recibió en septiembre del 2008 en ese destacamento.

A 15 años sin Luciano, familiares y amigos aún aguardan un jury de enjuiciamiento a los responsables judiciales de garantizar la impunidad de los policías. El juez de garantías Gustavo Banco y las fiscales Celia Cejas y Roxana Castelli son los señalados por la familia por trabar la causa. Desde asignar la investigación a la misma fuerza sospechada (la bonaerense), desestimar rastreos de ADN positivos de la división canes o intervenir los teléfonos de la familia de la víctima.

Qué hacer

Un mundo sin violencias suena utópico. Las desigualdades de arraigo histórico no se subsanan dentro de un sistema que las profundiza. Pero Natacha hace hincapié en que los jóvenes y niñeces deben definitivamente ser sujetos de derecho si lo que se espera es un futuro, al menos, más amable. “No hay derechos garantizados, desde un plato de comida hasta la vivienda. Desde ahí empiezan a surgir problemáticas, como es la represión estatal”, define.

También acciones como la marcha del sábado 27 de enero se vuelven claros visibilizadores de la problemática. Espacios de encuentro que reflexionen acerca de cómo el concepto de represión estatal, no se trata de una práctica aislada o de “excesos”. Más bien es importante entender que se trata de formas arraigadas y originadas desde la dictadura militar, por lo menos. “Perder el miedo, porque no estamos equivocados en plantear todo lo que planteamos”, propone Natacha.

Para más información se puede visitar el sitio Espacio Luciano Arruga