El 10 de diciembre Ramiro Tagliaferro deja el palacio municipal con denuncia penal, pedido de interpelación, uso discrecional de los recursos públicos, incumplimiento de ordenanzas, emergencia educativa, sanitaria, productiva y comercial.
En el último tramo, hizo el esfuerzo por despegarse de Macri, pero no pudo.
Arrancó con 500 despidos y terminó con salarios adeudados y una crisis de insumos en el Hospital local, pese a los reiteradas demandas por parte de lxs médicxs.
En el medio, una prueba piloto de la Provincia municipalizó el Servicio Alimentario Escolar lo que acarreó un pedido de interpelación por irregularidades en el contrato con la Empresa Equis Quince S.A, denunciada en Capital por entregar alimentos en mal estado.
También vetó la emergencia productiva que venía pidiendo CGERA Morón. Incluso acumuló demandas ante la justicia por convertir la Base Área de El Palomar (ex CCD) en un aeropuerto comercial low cost sin oír el pedido de estudio ambiental y la situación de 150 familias que ven peligrar sus viviendas en el Barrio Aeronáutico.
Retrocedió en políticas de niñez- el Municipio sepultó la Casa de Noche de El Transformador -, en materia de género, de DDHH y en transparencia institucional.
La oposición denunció la imposibilidad de acceder al RAFAM, lo que le valió una denuncia ante el Tribunal de Cuentas.
Tampoco atendió el proceso de elección en la Defensoría del Pueblo de Morón y no cumplió con la ordenanza que regula la publicidad oficial, además de violar la norma 9958 para hacer campaña.
De hecho destinó recursos públicos para uso electoralista, lo que le costó la renuncia de dos de sus concejalxs.
Tagliaferro y sus edilxs alejaron al Estado del territorio.
Es urgente retomar las demandas e iniciativas que tiene el entramado social del Oeste que resiste este embate neoliberal.